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“Mi hija Aina es la quinta generación de veterinarios, mi mujer Marga y yo formamos parte de la cuarta”

  • Entrevista a Federico Añó, veterinario de área e inspección (a solo un mes de jubilarse)

    Hablar con Federico Añó es como hablar con su familia al completo. Parecen un bloque que reacciona casi al unísono. «Una de mis hijas, Aina, es la quinta generación de veterinarios; mi mujer, Marga y yo, formamos parte de la cuarta», explica. A poco más de un mes de jubilarse, lejos de ocultar, luce a gala su edad: nació en 1961 en Benicarló, en una familia -cómo no- de veterinarios. Es más, conoció a su mallorquina esposa en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza y tras culminar sus estudios, iniciaron un proyecto de vida y profesional en común. Durante casi dos décadas nuestros protagonistas simultanearon el trabajo en la clínica -por la tarde- con el de inspección en mataderos como veterinarios de Salud Pública -por la mañana-. Pero aquello tuvo que acabar cuando la salud de Federico le puso freno y desde entonces ambos se limitan a ejercer como funcionarios. Su hija, Aina, ahora toma el testigo y quiere digitalizar el negocio familiar.

     

    Pregunta (P): ¿por qué Veterinaria?; ¿por qué en Zaragoza?

    Respuesta (R): Mi bisabuelo así como mi abuelo y sus hermanos, todos ellos veterinarios, fundaron una clínica para caballos y mulos, en la que ya se realizaba hospitalización, así como herrajes.... Desde pequeño y en familia, de la mano de lo que ví en mi padre y antes en mi abuelo, me enamoré de la Veterinaria y del oficio de mi familia. Quería estudiar en Zaragoza y allí me presenté con 18 años en lugar de en la facultad donde me asignaron plaza. Mi etapa universitaria fue dura, de estudio pero de aquel entonces aún conservo buenas amistades con las que, por cierto, aún mantengo contacto. Allí también conocí a mi esposa Margarita, con la que decidí iniciar una vida en común.

     

    P: Usted es conocido por pertenecer a una larga familia de veterinarios...

    R: Claro, mi hija Aina es la quinta generación de veterinarios. Mi mujer y yo seríamos pues la cuarta. Mi bisabuelo ya ejercía como tal en Benicarló. Conservamos su título, que es de 1881.

     

    P: ¿Cómo fue su transición del ejercicio clínico a ocupar plaza como veterinario de Salud Pública?.

    R: Al terminar la carrera, en 1987, Marga y yo decidimos retomar la tradición familiar en el pueblo y abrimos una clínica de pequeños animales (perros y gatos). Fue una época intensa: en lo personal iniciaba mi vida en pareja con mi mujer; en lo profesional comenzábamos con aquella clínica y mientras tanto trabajábamos como interinos en el sistema de salud pública de la Generalitat cubriendo plazas como veterinarios de área y en matadero. Me recuerdo conduciendo para realizar inspecciones a un pueblo vecino mientras escuchaba un radio-cassette con el temario de las oposiciones grabado. Los dos nos sacamos la plaza y nos convertimos en funcionarios de salud pública. La clínica empezaba a crecer y por suerte pudimos hacer equipo. En un primer momento trtamos de compaginar el trabajo de Sanidad con el de la clinica de Benicarló.

     

    P: Pero aquello sería difícil de sostener...

    R: El trabajo de funcionariado nos daba la estabilidad que necesitábamos para poder crear una familia y la clínica nos permitía desarrollar el trabajo que realmente nos apasionaba. Así llegaron nuestras dos hijas: María, que estudió psicología en Barcelona y luego hizo 2 másters y Aina, que hizo Veterinaria en Valencia y luego un MBA de Negocio y Marketing Digital. Estuvimos simultaneando ambos trabajos en el sector veterinario con la crianza de nuestras hijas, hasta que en 2005 tuve un serio problema de salud que nos obligó a bajar el ritmo. Decidimos mantener el trabajo de funcionarios y delegamos la gestión y el día a día en la clínica en nuestro equipo

     

    P: Usted se jubila pero la saga continúa por lo que veo...

    R: Aina decidió romper con lo que tradicionalmente implica ser veterinaria en su familia. Ama la profesión pero también ha visto el desgaste que implica estar ‘24/7’ atado al trabajo. Sabe que las cosas se pueden hacer diferente utilizando las redes sociales para elevar conciencia sobre nuestra labor y profesionalizar a nivel empresa la gestión para tener mejores condiciones de vida. Tiene su propio negocio, ofrece servicios on line y ahora brinda también sus conocimientos para mejorar nuestra clínica de Benicarló. Con la jubilación, por fin, espero que nos llegue el momento de visitar más Mallorca, de viajar, de ir en bici, de las excursiones, de cuidar la Masia en Morella...

     

    Pie de foto 1 : Federico Añó en su despacho.

    Pie de foto 2 : La familia de Federico, de izqda a dcha: María, Marga (su mujer), él y Aina.