Licenciado por la Universidad Autónoma de Barcelona, es uno de esos veterinarios que siente la profesión. Tras varias sustituciones como inspector en mataderos, logró plaza en la OCAPA de Morella. Inició entonces, en 1990, una exitosa trayectoria como funcionario de carrera en la Conselleria de Agricultura que, desde febrero de este año, continua ahora al frente de la Oficina Comarcal de La Plana Alta (Vila-Real). Antes y durante casi siete años vivió permanentemente pegado a un móvil, “cenando tarde, muchas veces solo” pero siempre cómodo por estar rodeado de ”un capital humano impresionante”, el de sus compañeros en la conselleria. Pero aquella sacrificada etapa a caballo de su casa en la Vall d’Uxó y Valencia, ejerciendo como subdirector general de Agricultura y Ganadería sólo podía sostenerse “durante un tiempo”. Defensor -frustrado pero insistente- de la necesaria figura del veterinario en los bous al carrer, se muestra afable, accesible, orgulloso de su familia, de su mujer, de sus tres hijos y de su pueblo natal, Canet lo Roig (en el Maestrat). Ahora, tras volver a disfrutar también del “mayor calor humano” del trabajo en la OCAPA, Vicente Marzá comparte su visión sobre la actualidad, la situación del sector primario y de la profesión.
Pregunta: .-¿Cómo recuerda aquel momento de su nombramiento como subdirector general?
Respuesta: Muy nervioso, me quedé frío porque no lo esperaba. Fueron momentos de agradecimiento por la confianza depositada, de ilusión y de muchas ganas por tratar de mejorar la situación del sector ganadero y de los compañeros.
P: La consellería en general y esa dirección muy en particular es coto casi exclusivo de ingenieros agrónomos, ¿cómo se desenvuelve un veterinario en ese contexto?. Porque, además de ganadería, usted también llevaba temas de sanidad vegetal…
R: Lo mejor de esta conselleria es su gente, su capital humano, algo fabuloso. Buen ejemplo de ello fue su reacción ante la crisis del Covid: fue excepcional, siguieron en sus puestos, asumieron las responsabilidades que se les encomendó y lo hicieron con una capacidad de trabajo y sacrificio brutal. Trabajar con agrónomos, con abogados o interventores... es lo de menos, lo importante es que te ayuden, la actitud. Es gente de 10.
P: ¿Qué balance hace de su paso por esta DG?; ¿Cómo logró conciliar en esos años la familia con el trabajo?
R: No me corresponde a mí hacer balance. En lo personal fue una experiencia dura pero a la vez agradable. Es complicado trabajar pendiente siempre del móvil, alerta las 24 horas durante toda la semana, casi sin vacaciones. Los domingos por la tarde recuerdo que ya comenzaba a
trabajar en preparar la semana; desde la Vall d’Uixó donde resido y Valencia hay algo más de una hora de ida y claro, de vuelta, más el tráfico, el estrés, el agobio. Comía muchas veces cuando llegaba a las seis de la tarde y después me volvía a enganchar al ordenador. Cenaba cuando acababa, casi siempre sólo. Son puestos que exigen dedicación plena, aparcar a la familia, de la que mi mujer pasó a encargarse. Esto sólo se sostiene durante algún tiempo.
P: ¿Dónde se ve más realizado en lo profesional, en la conselleria o al pie del terreno, al frente de la OCAPA?
R. R. En los dos sitios. En la DG tienes una perspectiva diferente, allí se sufre por las decisiones que se toman desde Madrid o Bruselas, desde lugares que difícilmente conocen la realidad del granjero. En la oficina se disfruta más del calor humano, del trato con la gente, se es más consciente de la realidad del sector.
P: La crisis alimentaria y de materias primas generada por la invasión de Ucrania no ha frenado el plan ‘de la granja a la mesa’, que pretende reducir drásticamente antes de 2030 la huella ambiental del sector primario. En el disparadero, se sitúa al campo...
R: El sector primario no es el problema es parte de la solución al reto medioambiental. Debemos trabajar contra el cambio climático promoviendo la economía circular, cambiando ciertas prácticas ancestrales... pero no se puede criminalizar al sector cuando hay otras actividades mucho, mucho más contaminantes, como el transporte o zonas que generan muchas más emisiones, como las grandes urbes y zonas turísticas.
P: La Ley de la Cadena Alimentaria se ha reformado dos veces y siempre se ha aducido que para defender al eslabón más débil. Hoy los ganaderos de leche prefieren sacrificar para carne porque pierden dinero por litro y podría haber problemas de suministro en meses, por no hablar de la sucesión de crisis de precios en otros sectores clave como el citrícola o ganaderos –derivados del aumento de precios en los piensos.- Y ahora, el drama de los incendios ¿Qué está fallando en el ámbito rural?
R: El sector primario es el más comprometido con el medio. Fijar la población en las zonas rurales pasa porque el campo sea rentable. De lo contrario, a mayor abandono, más incendios y riesgo de desertificación. El fuego se apaga en invierno pero también se apaga con precios dignos para el agricultor y el ganadero. Antes los rebaños pastaban y mantenían la vegetación a raya, ahora es imposible encontrar a esos pastores y a esas reses y los campos se echan a perder. El problema de España y de Europa con la cadena alimentaria es que gana todo el mundo menos el primer eslabón, el productor. Se ha reformado la Ley, se ha obligado al uso de contratos de compra-venta pero todas esas medidas se han demostrado ineficientes. No conozco las soluciones pero sí sé que el camino a seguir exige herramientas para hacer rentable al campo. Hay que buscar soluciones para compensar el desequilibrio existente entre una oferta muy atomizada y una demanda muy concentrada, que es la que fija los precios. Si a esto añadimos tensiones geopolíticas y la crítica situación climática y de sequía, tenemos un polvorín en el ámbito rural.
P: El mes pasado, entrevistábamos a otra destacada veterinaria, la directora general de Salud Pública y Drogodependencias. ¿Cree que con la crisis del Covid hemos avanzado en cuanto al desarrollo de un enfoque One Health?
R: Sí, además del Covid venimos sufriendo una sucesión de zoonosis -como la gripe aviar, la tuberculosis, los casos de rabia o ahora la viruela del mono...-. Estamos abocados a aplicar una perspectiva One Health, más global, con análisis multifactoriales, de expertos pluridisciplinares. Pero es que también el mundo se ve amenazado por las infecciones derivadas de las resistencias antimicrobianas y en todo ello los veterinarios tenemos mucho que decir. No puede entenderse programas de control de Salud Pública sin esta visión.