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“Los collares eléctricos no son la solución”

La campaña divulgativa contra los collares eléctricos iniciada por el Colegio de Valencia (ICOVV) en junio pasó a coger dimensión autonómica en julio cuando el Consell Valencià de Col.legis Veterinaris (CVCV) la hizo suya y acordó con la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP) ampliar su difusión. El pasado 16 de agosto, además, sendas entidades quisieron compartir la iniciativa con los medios de comunicación y emitieron una nota de prensa que fue ampliamente difundida por medios generalistas y especializados en veterinaria.

Como se informó en aquel comunicado, los collares eléctricos ya están restringidos o prohibidos en algunas autonomías españolas y tampoco están autorizados en algunos países miembros de la UE, como Dinamarca, Alemania o Eslovenia así como en otros también europeos no comunitarios como Noruega o Suiza. Tanto el anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales aprobado el pasado 1 de agosto por el Consejo de Ministros como la ya citada normativa que promueve el Consell, restringen su uso. El Convenio Europeo para la Protección de los Animales de Compañía también prohíbe “el uso de ayudas artificiales para el entrenamiento que causen sufrimiento físico y psicológico”.

Xarxa de benestar
La FVMP, además de colaborar en la iniciativa, ha incluido el documento en la Xarxa de Benestar Animal promovida por ésta. Se trata de una red de municipios -que se anticipa y que viene recogida en la futura Ley autonómica, que está en su última fase de tramitación en Les Corts- que trata de impulsar un modelo de ciudad ‘amable’ con la presencia de animales domésticos, que quiere optimizar los recursos existentes para el desarrollo de esta norma y adecuar las ordenanzas locales de tenencia de animales domésticos en el entorno humano. 

Diagnóstico y tratamiento
Además de las apariciones en diversos diarios, la nota motivó una entrevista de Onda Cero a la veterinaria miembro de la Comisión de Bienestar Animal, Marina Miralles. La también etóloga recordó que estos aparatos “actúan sobre el síntoma -el ladrido, generalmente- y no sobre la causa, por lo que antes que, en el mejor de los casos parchear el problema -que siempre acabará por salir- es preferible establecer un diagnóstico sobre tal comportamiento y aplicar un tratamiento”. En este sentido y dependiendo de la causa que provoque tal reacción, los tratamientos pasarían por “trabajar la rutina diaria del animal, en ejercicios de modificación de conducta -por ejemplo,  sobre el exceso de apego al dueño para reducir la ansiedad- o incluso el recurso a psicofármacos, que mejora el aprendizaje”, señaló. 

- Escucha entrevista en Onda Cero.