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“Es encomiable el esfuerzo de veterinarios y ganaderos por reducir el uso de antimicrobianos”

Hizo sus pinitos como clínica, hizo sustituciones y buscó extras actuando en los bous al carrer. Pero a ella le gustaba la ganadería y el trato con el ganadero por lo que pronto ejerció como oficial de la conselleria. María José Ramos lleva más de tres décadas volcada en el servicio público: comenzó como interina, pasó por la OCA de Moreia y durante 7 años realizó saneamientos de granjas, combinando tal cosa con áreas de seguridad alimentaria y con la tramitación de ayudas a ADS. Ramos es conocida también por haber formado a cientos de ganaderos y a personal de fábricas de piensos. Concienzuda, seria por momentos, risueña cuando toca, desde 2005 ha ocupado diversas jefaturas de sección en los servicios centrales de la Conselleria de Agricultura en Castellón. Tras un paréntesis de 6 años en los que asumió labores ejecutivas para el Estado en la Subdelegación, en 2018 volvió a la conselleria. Hoy sigue como jefa de sección, coordinando a nivel provincial los programas de control de higiene de explotaciones ganaderas y agrícolas así como la alimentación animal, el uso de medicamentos y fitosanitarios. En materia de seguridad alimentaria, dirige pues a técnicos agrícolas, a agrónomos y a veterinarios y cree que este carácter multidisciplinar One health irá a más.

Pregunta: .-¿Dónde se siente más cómoda en sanidad y producción o en seguridad alimentaria?

Respuesta: Son complementarias. La producción y sanidad animal están íntimamente ligadas con la higiene así como con el uso de medicamentos veterinarios y la alimentación animal.

P: ¿Qué recuerdo tiene del trato más directo con el ganadero?

R: No me he desligado del todo de poder disfrutar de ese trato. Al principio de mi carrera trabajé codo con codo con ellos, participando además en tareas de formación. Las relaciones entre el veterinario y el ganadero hoy han cambiado porque los requisitos normativos eran entonces menores y los programas de control que se llevaban a cabo también. En estos momentos, la tarea de veterinario comarcal se ha convertido en un trabajo mucho más difícil.

P: Durante casi seis años pasó a la Administración central, en la subdelegación. ¿Con qué se queda, con el trabajo para la conselleria o para el Estado?

R: Son muy diferentes. El de la conselleria es más dinámico porque las competencias están transferidas. Por contra, en la administración periférica del Estado, el trabajo está más restringido, es más burocrático. Entonces coordiné a inspectores de pesca, de sanidad vegetal y de sanidad animal en el PIF. La inspección de las ayudas que concedía el Estado en Castellón -de las que también me encargaba- me aportó una visión más global del trabajo que asume el ministerio, así como a entender las relaciones entre Estado y autonomías.

P: ¿Qué cree que aportará el desarrollo normativo definitivo del veterinario de explotación a la profesión?

R. Este concepto ya venía recogido en nuestra Ley de Ganadería de 2003, que lo hacía responsable del programa sanitario obligatorio para las explotaciones ganaderas. En las sucesivas órdenes de Plan Anual Zoosanitario (PAZ) ya se recogen las obligaciones del veterinario de explotación. El Proyecto de RD pendiente de publicación amplía el contenido mínimo del programa sanitario que se recoge en el PAZ. Dada la situación económica del sector, lo que no sé es si este aumento de responsabilidad irá acompañado de una mejor remuneración del veterinario por su trabajo.

P: La nueva PAC va ligada al cumplimiento de la estrategia ‘de la granja a la mesa’, que redunda también en objetivos de sostenibilidad cuantificados, por ejemplo, en una reducción del 50% antes de 2030 en el uso de antimicrobianos. ¿Es posible cumplir tal cosa y a un tiempo trabajar en acuerdos comerciales aperturistas como el de Mercosur, con la ganadería más intensiva del planeta?

R: Es encomiable el esfuerzo de veterinarios y ganaderos por reducir el uso de antimicrobianos. Nuestra carne es por ello más segura y se sigue trabajando para minimizar las resistencias tanto en sanidad animal como en salud humana. Es difícil lograr acuerdos comerciales con estos países que no supongan una competencia desleal con nuestros productores en cuanto a trazabilidad, bioseguridad y bienestar. Cumplir con estos requisitos suponen más costes para nuestros productores, que no se reflejan muchas veces en el precio final.

P: ¿A qué atribuye que la Comunitat sea la única con festejos de bous al carrer que no tiene la regulada la figura del veterinario habilitado?

R: Es cuestión de tiempo el disponer de él. Así como hay un servicio sanitario para salvaguardar la salud de las personas o un servicio de arquitectura para asegurar que las infraestructuras son correctas, se necesita de un servicio veterinario que vele por la sanidad y el bienestar de los animales que participan en el festejo.